Esta ruta es un verdadero desafío para los fanáticos del 4×4. La adrenalina se vive desde la carretera que converge con las vías de tren que siguen en operación. Siguiendo los antiguos caminos de los mineros de Real de Catorce, donde solo eran accesibles a pie por las grandes piedras, escalones y subidas empinadas, llegamos a los pueblos fantasma que están abandonados desde los años 1800. Los angostos caminos mantienen alerta a los pilotos en todo momento pues la vista del voladero da mucho en que pensar. También enfrentamos piedras filosas que, si no se cuenta con llantas BFGoodrich, es muy probable que las llantas se rajen al mínimo tacto.
